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Muerte es la sentencia – Anthony Horowitz

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“No deberías estar aquí. Es muy tarde…” Estas fueron las últimas palabras que registró el teléfono móvil de Richard Pryce, un prestigioso abogado especializado en divorcios, antes de ser golpeado hasta la muerte con una botella de Château Mounton valorada en unos cuantos centenares de libras. Lo más curioso del caso es que Richard Pryce ni siquiera era un buen bebedor. ¿Qué hacía ahí la botella, entonces? ¿Y por qué esas últimas palabras grabadas...

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