El caso de la silueta insinuante – Erle Stanley Gardner

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Janice Wainwright aparece en la oficina de Perry Mason con una maleta llena de dinero y una historia de que su jefe está siendo chantajeado o intenta hacerla responsable a ella. Para aclarar el asunto, Perry, Della y Janice comienzan a registrar los papeles, las facturas una a una y todo cuanto esté relacionado con los negocios del hombre que la contrató como secretaria. Sin embargo, cuando su jefe termina asesinado, la evidencia señala a Janice como una chantajista y una asesina.

Para estupor y sorpresa general, a la hora del juicio, resulta que Perry Mason no da la impresión de que realmente sea un abogado defensor. Actúa como si jugara y apostara negligentemente la vida de Janice debido a que hay algún pequeño detalle que desconoce. Un detalle que desencadenará una tormenta de fuegos artificiales y legales, un juicio en el que el fiscal del distrito Hamilton Burger no parará de lanzar dardos contra la acusada y contra Mason.

Perry Mason tiene que lidiar con un caso en el que las cosas no siguen un orden establecido. Por imperativo legal y cosas de leyes, existe una brusca pausa temporal en el desarrollo habitual en este caso. Perry Mason recibe una citación para una audiencia ante un gran jurado.

Y el comienzo de la audiencia del gran jurado para el proceso contra Perry Mason se mezcla con el juicio contra su cliente. Un lio total y sin indicación tiempo o de fechas pasadas, ni de tiempos transcurridos, y mucho menos de las circunstancias en las que han ocurrido los hechos que acusan a Perry Mason.

En este rio revuelto, Perry Mason utiliza sus bazas, pone boca arriba las cartas y apela a las leyes de procedimiento legal para beneficiar a su cliente: Todo ello ante las risas del público y la consternación del fiscal del distrito Hamilton Burger.


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