El misterioso doctor Devereux – Amelia Reynolds Long

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El misterioso doctor Devereux.

He aquí una historia de sombras serpenteantes, de murciélagos que revolotean a la luz del crepúsculo, en el Sur; del culto «Voodoo» en Luisiana; y de un hombre que pretendía poseer la virtud de poder resucitar de entre los muertos. He aquí la historia de una serie de misteriosos asesinatos, cada uno de los cuales iba acompañado o anunciado por un versículo de la Biblia, y que constituyeron el primer caso criminal en el que la escritora de novela de misterio Katherine «Peter» Piper se introdujo deliberadamente y con plena conciencia.

Sobre el Autor.

Amelia Reynolds Long (1904-1978) nació en Columbia, Pennsylvania, en de 1904. A una edad muy temprana se mudó con su familia a la cercana ciudad de Harrisburg, donde vivió el resto de su vida. Asistió a la Universidad de Pennsylvania, donde se graduó en 1931.

Escribió una selección de magníficos relatos cortos que se publicaron en revistas de ciencia ficción y otros magacines en la década de 1930, antes de volcar su talento en la producción de novelas de misterio —muchas de los cuales aparecieron bajo una variedad de seudónimos como por ejemplo Adrian Reynolds y Patrick Laing, que era también el nombre de su investigador, un profesor ciego— por la que es quizás más recordada.

Poco se sabe de esta autora. Publica casi exclusivamente durante los años 1930 y 1940. Es una lástima que nunca se editara una colección de sus relatos de ciencia ficción. Junto con Clare Winger Harris y C.L. Moore, Amelia Reynolds Long fue una de las primeras escritoras de ciencia ficción. Su único agente literario, Forrest J. Ackerman, ha sido la persona responsable de mantener algunos de sus trabajos en la prensa, como «The Thought Monster, A Leak in the Fountain of Youth» y «The Box From the Stars».

Alrededor de 1940, Long dejó de escribir ciencia ficción y centró su talento en la escritura de una serie de novelas de misterio, fuertemente influenciada por Agatha Christie. Su destreza en la descripción de sus detectives y la ingenuidad de sus argumentos con personajes interesantes y creíbles hicieron que sus novelas de misterio tuvieran un enorme atractivo y fueran muy agradables de leer. Al inicio de la década de 1950, Long dejó de escribir misterios y concentró todas sus energías en la edición de libros de texto y en escribir poesía.


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