La novela de cuatro cuartos – Bertolt Brecht

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La obra narrativa de Bertolt Brecht (1898-1956) se entrecruza a partir de los años treinta con el resto de su labor creativa, animada por los mismos objetivos que guiaron su producción teatral y poética.

La novela de cuatro cuartos, aparecida en 1934 durante el exilio del autor en Dinamarca, lejos de ser una simple versión en prosa de la «Opera de cuatro cuartos», estrenada en Berlín durante 1928, constituye la obra narrativa de mayor aliento de Brecht. En ella la historia de la imparable ascensión del delincuente Maceath hasta llegar a convertirse en un respetable hombre de negocios de la «city» londinense se enriquece con nuevas y audaces perspectivas…

Sobre el Autor:

Bertolt Brecht nació el 10 de febrero de 1898 en Augsburgo (Baviera) en el seno de una próspera familia. Su padre era propietario de una fábrica de papel. Crece en su pueblo natal y desde la adolescencia revela su vocación de escritor.

Se inscribe a la Escuela de Medicina en la universidad de Ludwig-Maximiliam de Munich. A la vez asiste a seminarios de teatro con Artur Kutscher. Cursó estudios en las universidades de Munich y Berlín.

Desde los 15 años inicia una relación sentimental con Paula Banholzer. En 1919 nace su primer hijo, Frank, y el autor participa con guiones en el cabaret político Karl Valentin de Baal.

En el año 1924, aparece como autor teatral en el Berlín Deutsches Theater, bajo la dirección de Max Reinhardt. En sus primeras obras se puede observar la influencia del expresionismo. En 1928, escribió un drama musical, La ópera de los dos centavos, con el compositor alemán Kurt Weill.

Se estrenó en Berlín en 1928. En 1924 conoció a Elisabeth Hauptmann, una escritora y traductora un año mayor que él, y se hicieron casi de inmediato amantes y colaboradores literarios. En ese mismo año, comenzó a estudiar el marxismo, y, desde 1928 hasta la llegada de Hitler al poder, escribió y estrenó varios dramas didácticos musicales.

La ópera Ascensión y caída de la ciudad de Mahagonny (1927-1929), de nuevo con música de Weill, era una crítica al capitalismo. Durante este periodo dirigió a los actores y comenzó a desarrollar el teatro épico.

Se decantó por una forma narrativa libre en la que aparecían mecanismos de distanciamiento tales como los apartes y las máscaras para evitar que el espectador se identificara con los personajes de la escena.


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