La república suicida – Jorge Fernández Zicavo

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La república suicida: Segunda República Española 1931-1936.

Historia de la Segunda República Española (1931-1936) contra la que se alzaron las izquierdas anarquistas, comunistas y socialistas mediante insurrecciones, terrorismo y hasta un intento de golpe de estado, para destruir aquella república «burguesa» y reemplazarla por una república socialista con «dictadura del proletariado». La tolerancia del régimen hacia esa subversión revolucionaria alentada por la Unión Soviética, propició una escalada de violencia y destrucción de la legalidad que terminó implosionando la República y provocando la Guerra Civil.

Las causas que determinaron el fracaso de la Segunda República podrían resumirse con la popular metáfora del agua y el aceite, porque fue proclamada por un frente electoral condenado de antemano al fracaso por sus ideologías y proyectos políticos antagónicos. Tan solo bastaron siete meses para la primera ruptura (salida de Alcalá-Zamora y de Maura del Gobierno), y un total de diecinueve, para su espectacular desmoronamiento en las elecciones de noviembre de 1933.

El principal factor determinante de su autodestrucción, fue la decisión de que debería ser exclusivamente de centroizquierda y gobernada por partidos republicanos. Bajo el liderazgo ideológico del jacobino Azaña, apoyado por tres ministros socialistas, durante el «primer bienio» no asumieron las reglas de la democracia liberal como un ideal rector y supremo, sino como meras herramientas funcionales a los mezquinos trapicheos del poder. Y no descartaron instaurar una dictadura republicana.

Esta actitud patrimonial, consagrada en la nueva Constitución que el propio Alcalá-Zamora calificó de guerracivilista, hizo que la República supuestamente liberal del primer bienio, no considerara enemigas a las izquierdas obreristas revolucionarias cuya meta era una República socialista de partido único y dictadura del proletariado, sino a las derechas, que por su naturaleza histórica, social, económica y política eran las primeras interesadas en defender el «sistema».


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