La Segunda República. El mito Azaña – Ricardo de la Cierva

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«No es el título de una película espectacular; «La historia de la República jamás contada» es un subtítulo que sólo quiere expresar lo que pretende ser este libro: una historia sencilla de la Segunda República española, sencilla pero profundamente vivida por el autor en su infancia, documentada después por el propio autor a lo largo de toda su vida hasta hoy. Porque el primer libro y el primer documento que llegó a la entonces mínima biblioteca infantil del autor eran de los años de la República; el último libro y el último testimonio que han llegado a la que hoy es, probablemente, la primera biblioteca particular de todo el mundo sobre la Segunda República (sesenta y cinco años para reuniría) llegaron ayer, y mientras se escribe este libro vendrán otros; es una riada que no cesa.

(…)

Aquí vamos a exponer la historia de la Segunda República española, con fuentes reales, documentos auténticos y método histórico, no ensoñaciones falsas (…). Dije antes que el autor de este libro había vivido la historia que va a contar. Precisamente con el advenimiento de la República empiezan a clarearse mis recuerdos de infancia. Viví intensamente en mi propio hogar los sucesos del 14 de abril de 1931, cuando mi abuelo Juan de la Cierva y Peñafiel era ministro en el último Gobierno del Rey. He visto desde el balcón del piso cuarto de mi casa, que da a la calle Felipe IV, el resplandor de los incendios del 11 de mayo de 1931. Desde la puerta del parterre, en el Retiro, vi cómo patrullaban por Madrid soldados del Ejército en octubre de 1934, llevados por oficiales de complemento en coches particulares. Desde ese mismo observatorio, antes de dos años, vi pasar a don Manuel Azaña, que venía de ser elegido presidente de la República en el Palacio de Cristal. He hablado, detenida o fugazmente, con casi todos los políticos importantes de aquella época, monárquicos o republicanos. Luego, a lo largo de los años, he ido comprendiendo y estudiando todos aquellos sucesos que, naturalmente, no entendía antes, ni poco ni mucho, salvo por conversaciones de los mayores. He palpado el odio y el miedo que entonces sentían los españoles unos por otros; lo he percibido en mi casa, en la calle, al ir y venir del colegio».


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