Las penas del joven Werther – Johann Wolfgang von Goethe

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Publicada en 1774, revisada en 1787, Las penas del joven Werther es quizá una de las obras más influyentes de la literatura universal. El «efecto Werther» no sólo creó tendencias literarias y modas en el vestir, sino también una peculiar oleada de suicidios.

Fue libro de cabecera de Napoleón… y también del monstruo de Frankenstein. Todos —clásicos y románticos— quisieron apropiarse de él: fue icono del sentimentalismo y héroe de la exaltación revolucionaria; también fue, como dijo Thomas Mann, «el horror y el espanto de los moralistas».

Al final de su vida, Goethe lamentaba que la mayoría de los jóvenes que peregrinaban a Weimar para visitarlo sólo conocieran esa obra suya. Hoy leer —en una nueva traducción de Isabel Hernández— las desventuras de este joven artista burgués que, a raíz de un amor prohibido, descubre su insospechada comunidad con los locos, los humildes, los desdichados y hasta los asesinos no anula ni el distanciamiento ni la identificación.

Werther sigue preguntándonos si pactar es una necesidad o una rendición. Sigue apuntando a nuestro yo, y lo que significa conservarlo. Sigue hablando de nosotros mismos. Este volumen incluye las clásicas ilustraciones de Daniel Nikolaus Chodowiecki para las primeras ediciones del libro.

Sobre el Autor:

Johann Wolfgang Goethe, hijo de una familia de la alta burguesía, nació en Fráncfort en 1749 y murió en Weimar en 1832, universalmente reconocido y admirado.

Entre una fecha y otra no sólo se extienden dos grandes revoluciones históricas, sino que la Ilustración, a través del Sturm und Drang y del clasicismo, ha dado paso al Romanticismo, que marcará el rumbo del hombre moderno. La vida de Goethe no se limitó a ser un reflejo privilegiado de todas estas conmociones, sino que participó activamente en casi todas ellas.

Su novela de juventud Las penas del joven Werther (1774) causó sensación en toda Europa. En 1775 se estableció como consejero del duque Karl August en Weimar, ciudad que ya sólo abandonaría ocasionalmente. Un viaje a Italia (1786-1788), durante el cual versificó su Ifigenia en Táuride (1787), y la amistad con Schiller moderaron su ímpetu juvenil, asentando el ideal humanista del clasicismo de Weimar que constituye una de las cumbres de la literatura alemana.

Pero su curiosidad abarcó también la geología, la biología, la botánica, la anatomía y la mineralogía, como se ve en obras como La metamorfosis de las plantas (1790) o Teoría de los colores (1810). Su obra maestra en dos partes, Fausto (1772-1831), aglutina espléndidamente todas las etapas de su carrera. EnPoesía y Verdad (1811-1830) dejó testimonio de su juventud.


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Adrián dijo:29 Abr. 2018
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