Rimas – Lope de Vega

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En noviembre de 1602, emparedada entre La hermosura de Angélica y La Dragontea, aparecía en la madrileña imprenta de Pedro Madrigal una colección de sonetos: el primer poemario sin argamasa narrativa que Lope publicaba a su nombre.

El público debió de acoger favorablemente la colección de doscientos sonetos porque Lope se decidió a publicarlos, sin los poemas épicos, y acompañados de una «Segunda parte», compuesta por églogas, epístolas, epitafios. Esta nueva edición vio la luz en Sevilla en 1604, enmendaba en ciertos detalles los sonetos publicados en 1602 y reordenaba con buen tino algunos de ellos.

Los doscientos sonetos recorren, desordenadamente y con incrustaciones de otros asuntos, el itinerario obligado de los canzonieri petrarquistas, representando, dentro de la producción de Lope, la gran influencia de la poesía italiana del Renacimiento, dejando ya entrever, el advenimiento del género barroco, de carácter profundamente nacional y popular.

Sobre el Autor:

Felix Lope De Vega Y Carpio, Madrid (1562-1635), fue uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español y, por la extensión de su obra, uno de los más prolíficos autores de la literatura universal.

A los doce años había ya pasado los cursos de Humanidades, en los que había brillado; y a la vez, como de padres de buena alcurnia, tenía la más mundana educación y conocía a maravilla la danza, la música y la esgrima.

Se vio huérfano por lo que se acogió a la hospitalidad de don Jerónimo Manrique, obispo de Ávila, y aun después trabajó en casa del duque de Alba, a quien sirvió de secretario durante algún tiempo.

Dos veces contrajo matrimonio, y dos veces enviudó, por lo cual, al ocurrir este último triste suceso, tomó hábitos religiosos y se inscribió en la Congregación de sacerdotes naturales de Madrid.

Hasta aquel entonces su vida había sido algo accidentada, pues vivía de lo que le daban sus comedias y otros escritos; con el estado eclesiástico, otras rentas venían a sumarse a las que le producían sus obras, y pudo llevar una vida sosegada y tranquila, en la cual podía producir mejor. Entonces fue cuando comenzó a gozar de una gran la popularidad.

El número de sus comedias, según varios de sus contemporáneos, alcanzó al de dos mil; claro está que las hoy conocidas son en mucho menor número, pero de todas maneras bastantes para sentar la fama de fecundo de que ha gozado.

Caben destacar: Fuente OvejunaRimasEl Perro del Hortelano,La Hermosura de AngélicaLa Jerusalén conquistadaPeribañez y el Comendador de OcañaLos Pastores de belénLa Dama BobaEl Caballero de Olmedo y La Dorotea.


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