¡Sentenciados! – Keith Luger

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Vio al tipo de las cejas rubias delante suyo con la pistola levantada. Saltó a un lado para burlarlo, pero no lo hizo demasiado aprisa y la culata chocó contra su barbilla. Empezó a desplomarse; pero antes de que tocase el suelo, el rubio lo volvió a alcanzar en la nuca.

Perdió la noción de todo.

Un siglo más tarde empezó a volver en sí sintiendo que algo húmedo le corría por el cuello. No dudó que era sangre.

Quedó sentado en el suelo y sacudió la cabeza de un lado a otro tratando de recuperarse.

De repente sus ojos quedaron fijos en el cuerpo que yacía en el suelo, a dos yardas de donde él se encontraba. Estaba de bruces, encogido contra un sillón.

Sobre el Autor.

Keith Luger era uno de los seudónimos de Miguel Oliveros Tovar, nació en La Coruña el 17 de marzo de 1924. Su padre, Juan Oliveros Bueno, capitán del cuerpo de sanidad militar, y su madre, Presentación Tovar Rivas, eran de la provincia de Granada, de Ojiva él y de Salobreña ella. En la fecha indicada, el padre estaba destinado en la ciudad gallega donde permanecieron hasta que el niño cumplió los tres años. El siguiente destino paterno fue Melilla y, cuando Miguel era ya un adolescente, llegaron a Valencia.

Estudió el bachillerato en el instituto «Luis Vives». Terminado con brillantez, pasó a la Universidad, donde fue un aventajadísimo estudiante de Derecho. Los cinco cursos de la carrera los hizo en tres años. Jura como abogado el 10 de febrero de 1949. Ejerció como tal algunos años. En las tarjetas que distribuía a sus clientes, además de su nombre, podía leerse: «abogado criminalista».

Durante esta época encontró tiempo para preparar oposiciones al ayuntamiento valenciano. Las aprobó y llegó a jefe de negociado.

Miguel Oliveros publicó, entre agosto de 1953 y julio de 1972, las últimas fueron póstumas, novecientas quince novelas (915) de los géneros: oeste, policial, ciencia-ficción y rosa.

Otro seudónimo fue el de «Miguel Romano» (para novelas rosas) o el de «Bronco Mike» (para la editorial argentina Trébol).


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