Su destino en doce días – Corín Tellado

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De modo que Rocky, tras cerciorarse de que nadie iba a vigilarlo, se deslizó por la ancha despensa y se fue a colar al rincón más alejado.

—Chica —llamó—. Puedes salir.

Algo asomó por entre dos sacos de harina.

La cosa aquella tenía forma de mujer, por supuesto Vestía totalmente de negro. Pantalones, suéter, cabello, ojos… Todo era negro, hasta los zapatos y algo, sus manos de haberlas metido en un bote lleno de carbón.

—Señor…

—Me llamo Rocky —dijo el cocinero, enternecido—. ¿Puedes decirme qué hacías en el bote salvavidas? Y me parece que sin comer —miró en torno y vio el plato vacío—. No has dejado ni una miaja.

—Tenía hambre.

—¿Desde cuánto estás ahí?


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