Un marido por apuesta – Corín Tellado

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He pasado el mes de agosto en un pueblecito de la costa asturiana. Estuve veraneando. Allí conocí a una familia que, como yo, disfrutaba de las grandes ventajas del mes de agosto. Nos hicimos amigos. Éramos vecinos y, un día, hablándole de mi trabajo (ella ignoraba que yo escribía), me refirió su historia. La consideré digna de que mis lectoras la conocieran y le pedí permiso para publicarla con nombres supuestos, lugares supuestos, etc., etc. Me concedió su permiso y aquí estoy reviviendo lo sucedido, que no es cualquier cosa. Hay que reconocer que la vida y los hombres, a veces se recubren con capas de cordero para saltar luego como leones y dar la gran lección a quien la merece.


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