Una puerta siempre abierta – Clark Carrados

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El coche llegó a gran velocidad y describió una ceñida curva antes de detenerse frente a la casa, con gran estruendo de frenos. Las ruedas traseras despidieron a lo lejos chorros de gravilla, mezclada con polvo, que luego fue depositándose poco a poco sobre el suelo.

Una mano nerviosa cortó el encendido y el motor se detuvo. Acto seguido, el conductor se apeó y corrió hacia la casa. Había media docena de escalones antes de la puerta de historiadas tallas en roble y los salvó en un par de zancadas.


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